A menudo nos encontramos con personas que hacen de un versículo de la biblia su versículo favorito, al punto de convertirlo en su amuleto y en este punto entra el Salmos 91, donde muchas personas mantienen su biblia abierta en este capitulo de los salmos, entendiendo que con el simple hecho de tener la biblia abierta sobre una mesa en este salmos, podrán recibir todas las promesas que en el se encuentran y no es asi.
El Salmo 91 es un salmo poderoso que habla sobre la protección de Dios. Todo aquel que pone su confianza en Dios puede estar seguro de que contará con su compañía y su cuidado por siempre. Dios es el Padre amoroso y fiel que cuida de sus hijos.
Son muchas las cosas que podemos aprender sobre Dios y sobre nosotros al meditar en el Salmo 91. Veamos 3 verdades poderosas que nos ayudarán a disfrutar de la cercanía de nuestro Padre celestial.
El lugar más seguro para habitar
El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso. (Salmo 91:1)
El mejor lugar para vivir, el más seguro y más lleno de paz es la presencia del Señor. ¿Buscas la presencia de Dios cada día?
En los primeros versículos, el salmista habla sobre Dios con amor y con una confianza especial fruto de su experiencia propia. Él había experimentado el poder de Dios en su vida y sabía que podía confiar en su fidelidad y cuidado amoroso.
Yo le digo al Señor: «Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío». (Salmo 91:2)
Los versículos 1 y 2 nos hacen pensar en un niño que se refugia en los brazos de su padre. Se acerca a él sonriendo y completamente seguro de que su papá lo recibirá con amor. Esa es la emoción que expresa esta sección del salmo. El tono es uno cariñoso y lleno de confianza pues el salmista sabía que podía acudir al Señor y refugiarse en él en cualquier momento. ¡Dios no le rechazaría!
Habitar al abrigo de Dios describe una cercanía preciosa, como descansar en los brazos de un ser amado. Aquí el salmista expresa la certeza de sentirse protegido y resguardado ante los peligros que presenta la vida. Él describe a Dios con 4 términos que afirman su poder incomparable.
- El Altísimo: no hay nada más alto que él, Dios gobierna sobre todo. Por más alto que llegue el mal, Dios es todavía más alto y lo cubre.
- El Todopoderoso: no hay nadie con más poder que Dios. Tampoco hay nada que Dios no pueda hacer. Él puede moverse y obrar en todo momento y en todo lugar a favor de aquellos que necesitan su ayuda.
- Mi refugio: el sitio preferido para estar en medio de las tormentas es aquel en el que te puedes refugiar o amparar. En medio de los problemas, las dificultades y tormentas de la vida, Dios quiere ser nuestra morada y nuestro espacio seguro.
- Mi fortaleza: el salmista describe a Dios como fortaleza, castillo o recinto preparado para resistir los ataques de los enemigos. Aferrados a Dios lograremos resistir, permanecer firmes y salir victoriosos.
La confianza en Dios echa fuera el temor
No temerás el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día, ni la peste que acecha en las sombras ni la plaga que destruye a mediodía. (Salmo 91:5-6)
En los versículos del 3 al 13 el autor del salmo describe muchas calamidades que pueden llegar a la vida del ser humano. En algún momento tendremos que enfrentar pruebas y hasta trampas del maligno. Esa es la realidad, pero en el salmo también se expresa la seguridad de que el poder de Dios es mucho mayor que cualquier problema o dificultad. «Solo él puede librarte de las trampas del cazador y de mortíferas plagas» dice el versículo 3. Solamente Dios es poderoso para librar a sus hijos de todo mal.
Ese conocimiento trae una paz sin igual al corazón y echa fuera cualquier duda o temor. Cuando ponemos nuestra confianza y fe en el Dios todopoderoso creador del cielo y de la tierra, todo lo demás parece perder fuerza. Aunque los peligros no desaparecen porque vivimos en un mundo caído, los hijos de Dios contamos con su poder y su compañía. En medio de todas esas situaciones veremos al Señor obrar.
Tú decides si vives bajo la protección de Dios
Yo lo libraré, porque él se acoge a mí; lo protegeré, porque reconoce mi nombre. (Salmo 91:14)
Los versículos finales del capítulo nos dan la clave para disfrutar de la protección de Dios. En lugar de refugiarnos en los demás o en nuestras propias fuerzas, debemos refugiarnos en Dios y aferrarnos a él en medio de las dificultades. Esto significa depender completamente de él buscando su dirección en oración para saber cómo actuar. Los pasos que se dan son en obediencia, confiando siempre en su poder.
¿Cómo mostramos esa dependencia total en Dios?
- Acogiéndonos al Señor, amparándonos en él aunque la situación sea extremadamente difícil.
- Reconociendo su nombre y el gran poder que hay en su nombre. «Torre inexpugnable es el nombre del Señor; a ella corren los justos y se ponen a salvo» (Proverbios 18:10).
- Invocándole, clamando a él en medio de cualquier situación.
¿Cuáles son los resultados de decidir vivir bajo la protección de Dios? La liberación, la protección, la compañía del Señor en los momentos de angustia, años de vida y sobre todas las cosas, la salvación y la vida eterna. ¡Esas son las bendiciones para el que decide vivir bajo el amparo del Señor!
Yo lo libraré, porque él se acoge a mí; lo protegeré, porque reconoce mi nombre. Él me invocará, y yo le responderé; estaré con él en momentos de angustia; lo libraré y lo llenaré de honores. Lo colmaré con muchos años de vida y le haré gozar de mi salvación. (Salmo 91:14-16)